Hace poco pensaba en "los amigos del trabajo": esas personas que día a día nos acompañan durante la jornada laboral y se convierten en una segunda familia. He tenido la fortuna de contar con maravillosos compañeros y compañeras en las distintas empresas en las que he trabajado (sí, siempre hay alguno que desespera o cae mal, pero hasta esos son indispensables); sin embargo, al terminar mi ciclo laboral, no hay mucho contacto después, salvo por Facebook (y no siempre). ¿Por qué pasa esto? Cambio de trabajo, cambio de "amigos", quizá. Es posible que como la base de esa relación de amistad era el trabajo, al terminar éste se descubre que las personas no tienen nada en común, por lo que no vale la pena continuar. O tal vez nos hacemos a la idea de que es así para ya no tener que esforzarnos por conservar una amistad. Al reflexionar sobre este tema, pienso en el verso de Neruda que va más o menos así: "para que nada nos separe, que no nos una nada"
Blog de Olga Carrizales