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Mostrando entradas de agosto, 2014

sobredosis

todos sabíamos que terminaría así con sobredosis de algo qué podría pensar de tanta desgracia ¿fue el instinto de maldad el causante un boicot a la vida misma el simulacro de la ira de Dios? probablemente otros culparían a la realidad a sus rostros ocultos la presión del trabajo los padres los amigos los amantes una vez más la ira de Dios la sobredosis de algo otros sí pero ella no ya no ni piensa ni culpa en una cama de hospital muy grande también sabía que terminaría así se deja ir probablemente por eso nos lleva la ventaja

huir de lo prohibido

Cuando era pequeña (y católica de corazón), la maestra de catecismo decía que cada que tuviera malos pensamientos sacudiera mi cabeza, como diciendo "no, no, no: pensamientos impuros, aléjense". A la fecha sigo haciéndolo, pero ya no funciona igual. Las tentaciones son más fuertes. Somos fanáticos de lo prohibido, diría Benedetti. Y completaría Alberto Montt, con una de sus viñetas: "si nos vas a dejar caer en tentación, al menos no dejes que nos atrapen", ¿o cómo era? (...)

paréntesis

Ya no me pongo mis tacones altos ni mi vestido rojo. No me pinto las uñas, no me maquillo. Mi arma de conquista es mi única defensa: un mal chiste y la coquetería natural de los labios partidos, las eternas ojeras. Tu risa, mi risa y el roce de un dedo o dos. Hasta un vaso con agua es el perfecto afrodisíaco. Y que quede entre paréntesis: el amor es lo que venden para evitar cargos de conciencia.