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huir de lo prohibido

Cuando era pequeña (y católica de corazón), la maestra de catecismo decía que cada que tuviera malos pensamientos sacudiera mi cabeza, como diciendo "no, no, no: pensamientos impuros, aléjense". A la fecha sigo haciéndolo, pero ya no funciona igual. Las tentaciones son más fuertes. Somos fanáticos de lo prohibido, diría Benedetti. Y completaría Alberto Montt, con una de sus viñetas: "si nos vas a dejar caer en tentación, al menos no dejes que nos atrapen", ¿o cómo era? (...)

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