Anoche recordaba los momentos felices y pensé: debe ser la vida que llevamos, tan industrial, tan ajetreada.
Qué difícil. A esta edad, nadie sacude el polvo de los cadáveres de la memoria, nadie se toma la molestia de entender. A esta edad ya no hay tiempo: el destino, el futuro, la realidad nos alcanza; no hay tiempo de seguir con la complicidad, con la chispa divina, con la farsa del alma gemela.
Me preguntas: ¿y dónde quedaron esos que saben a quién te refieres cuando dices "ese wey"?
Esa es la parte más difícil, te respondo, yo no sé dónde quedaron los amigos.
Qué difícil. A esta edad, nadie sacude el polvo de los cadáveres de la memoria, nadie se toma la molestia de entender. A esta edad ya no hay tiempo: el destino, el futuro, la realidad nos alcanza; no hay tiempo de seguir con la complicidad, con la chispa divina, con la farsa del alma gemela.
Me preguntas: ¿y dónde quedaron esos que saben a quién te refieres cuando dices "ese wey"?
Esa es la parte más difícil, te respondo, yo no sé dónde quedaron los amigos.
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