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Mapache

Nunca he sido de las que se maquillan mucho. No es porque no me guste: me gana la impaciencia.

A la fecha, con un delineador, mascara (aka rímel) y lapiz labial estoy bien. Intento en ocasiones ponerme corrector, pero soy un fiasco: por más que intento, los pliegues bajo los ojos se siguen marcando y parezco un mapache que se polveó los ojos. Las sombras en los párpados también son un reto: mezclar los colores claros con los oscuros, difuminar y dejar los polvos en los lugares correctos sin que se extiendan para que la mirada destaque. No importa: sigo pareciendo un mapache. 

Y no es que los mapaches no sean lindos, no me malentiendan. Pero no puedo ir así a la oficina (que ya lo he hecho comoquiera, jeje). 

Por eso, y porque me diagnosticaron rosácea hace algunos años -que, "dicho mal y pronto", es algo así como acné para adolescentes de más de 30 años-, a lo que le dedico más tiempo es al skincare. En los catálogos ya me sorprendo maravillada por las distintas rutinas de cuidado facial, pensando, ¿esto lo aprobará mi dermatóloga?

Hasta hace relativamente poco tiempo, mi relación con los sérums, los retinoides y el bloqueador solar, por mencionar algunos productos, era nula. Sin embargo, llegaron a tiempo para hacerme combatir no solo la rosácea, sino también "los signos de la edad": las inevitables arrugas y líneas de expresión. 

No tengo problema con envejecer, pero, ¿por qué la insistencia en recordarnos el paso del tiempo? Como si no lo supiéramos cuando nos miramos al espejo. Luego por eso una cree que las arrugas nos deprecian.

Qué bueno que me he acostumbrado a estar cómoda sin maquillaje, porque estuve un mes sin poder usar nada en los ojos debido a la cirugía para erradicar la miopía. De todos modos, reconocer mi rostro sin lentes -un accesorio que me ha acompañado gran parte de mi vida- ha sido también un reto, porque ¿ahora cómo me maquillo? Ahora que estoy "más expuesta", ¿bastarán el delineador y el lipstick?

Como sugerí en el segundo párrafo, sí. Qué remedio. Cuando quiero un buen maquillaje, para algún evento social, contrato los servicios de alguien que sí sepa hacerlo, porque esto es un arte, no es cualquier cosa. 

Mi conclusión es que lo importante es reconocerse en la comodidad de usar y no usar maquillaje: igual tienes una cara que todos ven de una manera diferente a la tuya. Quiérete, mapache, que el rímel no hace a la mirada.

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