Nunca he sido de las que se maquillan mucho. No es porque no me guste: me gana la impaciencia. A la fecha, con un delineador, mascara ( aka rímel) y lapiz labial estoy bien. Intento en ocasiones ponerme corrector, pero soy un fiasco: por más que intento, los pliegues bajo los ojos se siguen marcando y parezco un mapache que se polveó los ojos. Las sombras en los párpados también son un reto: mezclar los colores claros con los oscuros, difuminar y dejar los polvos en los lugares correctos sin que se extiendan para que la mirada destaque. No importa: sigo pareciendo un mapache. Y no es que los mapaches no sean lindos, no me malentiendan. Pero no puedo ir así a la oficina (que ya lo he hecho comoquiera, jeje). Por eso, y porque me diagnosticaron rosácea hace algunos años -que, "dicho mal y pronto", es algo así como acné para adolescentes de más de 30 años-, a lo que le dedico más tiempo es al skincare . En los catálogos ya me sorprendo maravillada por las distintas rutinas de ...
Blog de Olga Carrizales